Picudo rojo: impacto ambiental

Cambios en el paisaje

El picudo rojo está transformando silenciosamente los ecosistemas urbanos y rurales en muchas partes del mundo. Este escarabajo, originario del sudeste asiático, está acabando con una de las especies vegetales más emblemáticas: las palmeras.

Más allá del daño visual o económico, su impacto va mucho más allá. Hoy te contamos cómo esta plaga está afectando al ambiente y por qué deberíamos prestar más atención.

¿Qué hace el picudo rojo?

El picudo rojo ataca el corazón de las palmeras. Sus larvas perforan galerías dentro del tronco, debilitando la planta desde el interior. Lo alarmante es que estos daños suelen pasar desapercibidos hasta que la palmera está a punto de morir. Una vez que invade una zona, la expansión es rápida. Y el daño, masivo.

¿Qué impacto tiene en el ambiente?

  1. Desaparición de plantas clave para el ecosistema

Las palmeras no son solo decorativas: en muchas regiones cumplen funciones ecológicas importantes. Son hábitat, fuente de alimento y parte de cadenas alimentarias locales. Al morir, se rompe ese equilibrio. Aves, insectos, murciélagos y otros animales que dependen de ellas pierden su refugio y alimento.

  1. Homogeneización del paisaje urbano

En muchas ciudades, las palmeras son parte del paisaje cultural y ambiental. La pérdida masiva de estas plantas no solo cambia la estética, sino también la estructura ecológica de parques, jardines y avenidas. Esto puede hacer que ciertas zonas pierdan biodiversidad vegetal y se vuelvan más vulnerables a otras plagas o al cambio climático.

  1. Uso intensivo de pesticidas

Para combatir al picudo, muchas veces se aplican insecticidas de forma intensiva. Aunque son efectivos, también pueden:

  • Contaminar el suelo y el agua.
  • Matar insectos no objetivo, como abejas y mariposas.
  • Afectar a animales que habitan o cazan cerca de las palmeras tratadas.

El remedio puede convertirse en un nuevo problema si no se aplica con cuidado y planificación.

  1. Emisión de CO₂ al eliminar palmeras

Aunque una sola palmera no captura tanto carbono como un gran árbol, cuando se eliminan cientos o miles, el efecto sí se siente. Al morir o ser taladas, las palmeras dejan de absorber CO₂ y su descomposición libera gases a la atmósfera. Esto suma emisiones y reduce la vegetación urbana que ayuda a mitigar el calentamiento global.

¿Qué soluciones existen?

El enfoque más efectivo es la prevención y el manejo ecológico:

  • Monitoreo constante y detección temprana con trampas y sensores.
  • Uso de tratamientos biológicos, como hongos entomopatógenos o nematodos.
  • Poda y manejo adecuados de las palmeras para evitar heridas que atraigan al picudo.
  • Reforestación con especies nativas y resilientes que ayuden a recuperar el equilibrio perdido.

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, a través de la Dirección General de Servicios Agrícolas, emitió una resolución el 26 de junio ante el avance del picudo rojo en palmeras Phoenix canariensis y especies nativas.

Debido a su rápida expansión y el impacto grave en áreas verdes y turísticas del país, se autorizó de forma excepcional el uso de nuevos ingredientes activos e insecticidas, como flupyradifurone, dinotefuran e imidacloprid, mediante distintos métodos de aplicación como endoterapia, duchas sobre el estípite e inyecciones al suelo.

La resolución establece medidas técnicas detalladas, como dosis específicas por planta o por diámetro del tronco, y protocolos de tratamiento con fungicidas para infecciones derivadas de la descomposición interna causada por la plaga. Solo las empresas registradas y capacitadas podrán aplicar estos tratamientos, siguiendo estrictamente las normas de seguridad.

Estas autorizaciones tendrán una vigencia de un año y se aplican exclusivamente al manejo del picudo rojo, quedando sujetas a fiscalización y sanciones en caso de incumplimiento.

Riesgo inminente

No cortar a tiempo las palmeras afectadas por el picudo rojo representa un riesgo grave tanto para el entorno natural como para la seguridad pública.

Este escarabajo invasor, que se alimenta del interior de las palmeras, debilita estructuralmente las plantas hasta el punto de provocar su colapso. Una palmera infestada puede caer sin previo aviso, poniendo en peligro a personas, vehículos e infraestructuras cercanas.

Además, si no se eliminan adecuadamente, estas palmeras enfermas actúan como focos de propagación, facilitando que el picudo rojo continúe infestando otras plantas sanas en la zona. Por eso, la detección temprana y la eliminación segura de ejemplares afectados no solo es una medida de prevención, sino una responsabilidad ambiental y ciudadana.

Según las autoridades departamentales, en Montevideo y otros departamentos, las palmeras infectadas son retiradas en invierno —momento en que el insecto está menos activo— y luego se trozan, chipean o entierran, siguiendo protocolos diseñados para evitar la diseminación del insecto cuando se transporta el material contaminado.

¿Por qué importa?

Porque el picudo rojo no es solo una plaga de jardines. Es un ejemplo claro de cómo una especie invasora puede alterar el paisaje, afectar a otras formas de vida y generar consecuencias ambientales a largo plazo. Entender su impacto nos ayuda a proteger no solo las palmeras, sino todo lo que depende de ellas.

La respuesta de Uruguay ante la amenaza del picudo rojo ha sido tardía y preocupante, especialmente considerando el historial devastador de esta plaga en otras regiones del mundo. Este escarabajo invasor, conocido por destruir palmeras desde el interior, fue detectado en el país cuando ya había causado daños visibles, lo que evidencia una falta de monitoreo y prevención adecuados. La demora en implementar medidas de control, sumada a la escasa difusión de información al público y productores, permitió que la plaga se estableciera con mayor facilidad. Esta situación pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar los sistemas de vigilancia fitosanitaria y de actuar con mayor agilidad ante amenazas ambientales que pueden tener un impacto duradero en el paisaje urbano, el turismo y la biodiversidad local.

En resumen

El picudo rojo no solo mata palmeras: desequilibra ecosistemas, reduce la biodiversidad y aumenta la presión ambiental sobre las ciudades y entornos naturales. Actuar a tiempo y de forma sostenible es clave para proteger nuestro entorno.

¿Te interesa saber más sobre el picudo rojo y colaborar con el trabajo que estamos haciendo para registrar el impacto de esta plaga?

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Por asesoramiento técnico; 094 869 256.

Para combatir al Picudo rojo debemos trabajar juntos. Contá con nosotros.

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